martes, 11 de noviembre de 2014

La enfermera y la próstata


La enfermera
Al salir del hospital me he dirigido al lugar señalado, he llamado y ha aparecido la enfermera muy peripuesta. Se trata de una mujer oriental, de unos veinte años bonita de rostro y andares elegantes. Su vestido no era el de enfermera más parecía el de una vacante en horas de faena. Le he dado el papel y me ha mirado con curiosidad.
-Tu casol e intelesant, jo podel ajudal muchol-
Te lo agradeceré profundamente si puedes hacer algo, el día 23 o 24 tengo un compromiso muy serio y en la situación que me encuentro no sirvo para nada.
Te esplilco: tlabajo comunista, mucho bueno, junto mi helmana y mi madle, tles pelsones en una com la trlinita, si, sí.
Me plesento, jo soy Yu-li, mi helmana es Li-yun y mi madle es Maluny-nan. Tlaballo en equipol.
He mirado por todas partes y solo estaba ella, el resto de la familia era invisible.
Se ha desnudado del todo, es decir se ha quitado un velo transparente que le cubría un poquito la delantera. Su cuerpo era delicado, los pechos de limón de caipiriña la piernas torneadas y las caderas bien formadas. Una mujer de almanaque de camionero. Lo que más destacaba era la abundante pelambrera que tenía en el monte de venus. Me ha tumbado con mimo y me ha puesto en la boca uno de aquellos pechos diminutos. Al instante un chorro de lecha cálida ha empezado a fluir, era dulce y melosa. Por lo visto era madre lactante; ¡no lo habría deducido nunca!
Aquella leche cálida entraba a borbotones, nunca pensé que un cuerpo tan menudo pudiera ser tan generoso. Lo más curioso es que todo el volumen que iba ingiriendo se acumulaba en el flácido pellejo que tenía como pene. A la media hora de estar amamantándome le dije:
¿Y tu hermana?
Mi helmana ahola vielne, pelo jo no he telminado todalvia… toma, tu comelme un poco deloltla tleta.
Me puso el otro pecho en la boca, era totalmente diferente al anterior, duro como una pelotita de pin pon pero igualmente echando leches. En este caso el chorro salía girando a toda velocidad como en la fuente donde se experimenta la teoría de los fluidos. La boca se lleno totalmente de aquel flujo burbujeante y espumoso. Empecé a notar que el sabor era diferente al anterior, que realmente se trataba de otra persona, por increíble que parezca era otra persona. Entonces hice la observación en voz alta y le dije.
Yu-li, eres un fenómeno de la naturaleza, extraño como nunca se pueda imaginar. Por un momento he pensado que estaba con otra mujer. Es imposible que ninguna hembra tenga dos manantiales como los tuyos y menos que fueran tan diferentes.
A lo que ella contestó:
Si tu quelel, puedol donaltel con savol a vainilya, o tamalindol. Tu quelel tamalindol?
Mi helmana y jo somols siamesas, vivimols en un cuelpol, no problema, yo quelel mucho. Dos pelsonas, un celvell, dos pelsones soblepuestas, poquito, poquito, solo miclas sepaladas.
No por favor, quiero conocer a tu hermana, ya estoy cansado de ti, eres un monstruo de la naturaleza. ¿Sabes? me das yuyo, casi me temo que si continuo contigo un instante más me puedes devorar como Medusa lo hacía a sus víctimas.
Tu no tenel miedol, yo galantia de segulitat social, Ministelio de Seguletat Social responsablel… ¡ ploblema, no ploblema! Tu, tu quelel, ahola viene helmana Li-yu.
Vale, que venga por favor, ahora ya estoy bien alimentado, creo que podré empezar la faena.
Aquí mi helmana Li.yu…¿?
Se pasó la mano por los ojos y estos cambiaron de color al instante, se tumbó y dijo:
Tlael aquí pingajol, yo alelglal…

Sigue…

domingo, 19 de octubre de 2014

La próstata.


La próstata.
Un día que recuerdo como si fuese ahora mismo, 19 de octubre de 2008, me dijo apesadumbrado. Parecía que estaba ante el final de todo y que el asunto le afectaba profundamente.

-Manuel: hace tres años que no puedo orinar como es debido, me resulta una fatiga que en ocasiones se hace dolorosa y me obliga a ir al baño cada media hora y además me meo en los pies… He padecido esta situación en silencio hasta que me he decidido a ir al urólogo y este me ha dicho que tengo la próstata hecha un globo y en la analítica el PSA de me ha salido por los cielos. La medico, la Dra. “E.C…” una mujer bien parecida y con un porte magnífico, me ha cosido con prescripciones que no podré relatar por que exceden en mucho mi sentido del pudor…-

Sabéis que yo soy la voz de la conciencia y en mi condición de peregrino del alma no puede entrar en la falsedad, hace años que mi lecho es una alfombra de malvas...
En la transcripción de las declaraciones prescindiré de todo lo escabroso del asunto, que es mucho, y me centraré en lo que tiene interés científico e informativo. Trataré todo aquello que pueda servir para mis lectores y también para aquellos camaradas de infortunio que estén padeciendo el mismo trance. Espero que les servirá de ayuda y tengan la misma suerte que tuvo nuestro comunicante. Sobre este tema me dijo Rufino:

- Si se tratara de otra persona el asunto es divertido y aunque es delicado produce escenas para troncharse de risa. ¡Mira bien lo que te digo! Creo que me lo pasaría en grande si los hechos hicieran referencia a ti, si se tratara de tus afecciones, pero resulta que soy yo el que pone las timideces en la parrilla y me contemplo como un ternero descuartizado…-

Esa confesión me dio pié a hacer lo que hago; si él dijo que sembraría la tierra con mis “vergüenzas” yo haré lo mismo con las suyas. No obstante seré prudente y respetaré su voluntad no relataré nada que pueda ser ofensivo a su persona o pueda producir imágenes hirientes para el lector.
Me contó con pormenores detallados todo lo que le iban a hacer para mejorar su próstata. Entre las pruebas había alguna realmente chocante que la Dra. E.C. solucionó con unos consejos profesionales comprimidos y llenos de calor humano. Para hacer un diagnóstico preciso le indicaron que tenían que hacer un cultivo de orina y otro de semen. Él les preguntó que como iba a extraer el semen si tenía el pene como un pingajo:
 -Una chufa reseca y muerta.-  
Estas fueron sus palabras.
Me dijo con infinidad de detalles cual era su situación, frases, expresiones, gestos, mohines, evocaciones y diagnósticos que no tienen transcripción en el mundo de las imágenes y menos aún en el de las palabras, solo cave entender algo en el misterioso trasiego de los sentimientos. Para explicarlo y entenderlo hay que hacer una abstracción de nivel intelectual complejo, y la verdad, ¡el relato no da para tanto! Si se tratara de una tesis sobre el tema describiría la fluxometría que le hicieron aquel mismo día. Después de hacerle beber dos litros de agua y de retenerlo sin orinar más de tres horas: una preciosa enfermera le puso delante una garrafa con un embudo y esta conectada a una máquina que medía el flujo de orina que salía. Pues bien: la Dra, E.C. pudo evidenciar como los dos litros de agua salieron gota a gota tras pasar por la glandular del dolor… El diagnóstico era claro.
Estamos ante la disposición cruda de la realidad, la imagen terrible que siempre acompaña y hace de sombra a la sonrisa floreciente de la vida. Su rostro nos sitúa en el plano de los escabroso y nos hace mirar de frente aquello que en el cuerpo tememos como extraño. El dolor y el miedo nos obliga a ver las galerías subterráneas del organismo, la mecánica de las vísceras, los resortes y glándulas malolientes. Entonces tenemos que considerar de nuevo los rincones protegidos por el pudor, ocultos con lencería y aromas de flores: ¡es pura ficción! Esta realidad inminente, sin demora, sin tapujos ni enmascaramientos, nos obliga observar de frente la parte “fea” de la vida. Cuando el mal acompaña al cuerpo hay que mirar en las cloacas, oler los fétidos sumideros, degustar los albañales y mirar dentro de nosotros con estupor. Entonces nos vemos como una bella idea, una retahíla de sueños que se desploma dentro de un saco de inmundicia. En los corredores internos todo es oscuro y maloliente, siniestro y doloroso, temido y misterioso. Se revela lentamente con los años, se muestra por el fluido de las salidas y el contenido de las entradas: estas son las tapaderas de las cloacas.
-Me ha dado las prescripciones y entonces he tenido que puntualizar… Últimamente tengo el pene como un pergamino, no puedo hacer con él absolutamente nada, aunque me hagan la danza del vientre y me canten al oído las canciones más tiernas, no siento nada. Entonces ella se ha levantado de la silla y me ha indicado un lugar de la sala.
¾Desnúdese y túmbese usted ahí por favor-


El hotel de Novosibirsk


El hotel de Novosibirsk
En uno de los mensajes que Rufino envió con el móvil decía:
-Queridos, hoy me consuelo con la visión agradable de este árbol de bronce, pero ayer me pasó algo muy difícil de explicar. Un taxista con una pata de pollo con tres dedos colgada del salpicadero y rapado como un presidiario me confundió la cartera. Menos mal que estaba prevenido, de lo contrario tendría que pediros ayuda para el regreso. Pero ahí no termino mi desgracia, por la noche, ya en el hostal, tuve que levantarme para ir al baño y al regresar me perdí en aquel laberinto de pasillos. Sin querer me metí en otra habitación y a tientas y sin luz intenté encontrar mi cama... Fue otro desastre no menos conflictivo de contar; fui a parar al dormitorio femenino...
¡Ay, ay, ay, qué vergüenza se apoderó de mi y que pesar cayó sobre mi mente!-

 No se atrevió a contar más, la historia denigraba su persona y entonces dijo algo que no debió haber dicho: delató la necesidad de ir al baño… e hizo mención a los Cuentos de Canterbury con un tono que lo comprometía a seguir contando. Como él no lo hará porque es cobarde, lo haré yo interpretando sus palabras. Para ello le voy a estirar la lengua todo lo que pueda, prometo que le sacaré la verdad con cucharones. Seguía el abreviado mensaje.

-No puedo, me caen las lágrimas de tristeza, no puedo seguir contando; !lo siento! Es tan triste que mi vida se bifurcó en dos caminos, ir a la cárcel o al hospital, decidí dejar que los acontecimientos hablaran, y vaya si hablaron! los cuentos de Canterbury son un remedo, un fábula para niños. Pero ahora no puedo escribir más, sabéis que soy escultor y tengo los dedos grandes, escribir con el móvil es un esfuerzo aún más grande...-

La verdad de los sucesos en el hotel de Novosibirsk
La clave para entender lo que pasó se encuentra en una afección grave que Rufino padece desde hace años, una próstata inflamada y crónica que le obliga a ir al baño varias veces por la noche. No entiendo como teniendo esta afección y el corazón en malas condiciones se ha metido en la aventura de hacer Siberia de extremo a extremo.  Para ello tengo que explicar el procedimiento  que siguió para su mejoría y después entenderéis que pasó en Novosibirsk.

Un día de confidencias sinceras me contó con cierta preocupación y con la cara ruborizada, que fue lo que mejoró su próstata: naturalmente estuvo en buenas manos…


La escuela de Ejea de los Caballeros


La escuela
De niño fui al Colegio Cervantes, las ya desaparecidas escuelas públicas de Ejea de los Caballeros. Allí nos hicimos amigos: él un niño tímido y despistado como yo, quizá como lo éramos todos. Desde los años de infancia compartimos juntos muchas confidencias, felices historias personales y aflicciones dolorosas. Tanto él como yo somos acuario y conllevamos intereses parecidos, la diferencia entre ambos es que yo viajo en los estribos del aire y él es una roca que se balancea. Yo soy creyente y él es un descreído, yo soy un desvergonzado reducto de la imaginación y él es un timorato que le intimida el qué dirán.
A mi actitud irreverente él se opone y adopta una postura intransigente, lo hace para transcender su vida: dice que es lo que le pertenece. Pero en realidad transige todo, él es un superviviente que esta dispuesto a vivir la experiencias más extremas y se entrega a la aventura con deseos de saber y desvelar los misterios…
No obstante nuestras naturales diferencias somos amigos, con Rufino lo seremos siempre. Pienso que si sabemos conservar la lealtad y no zaherimos los sentimientos haremos el trayecto hasta el final. A él no hay nada que le inquiete más que la maldad humana y las intrigas de la traición. Le revientan las sienes aquellos que tienen mil caras y las cambian con la misma facilidad que se cambian la chaqueta. Los eufemismos burdos le parecen la mayor indignidad y los sitúa en la base de la traición. No soporta el juego de llamar blanco a lo que a todas luces es negro; eso lo desmonta y como ya conozco su perfil me alejo de ofenderle en estas cuestiones... Todo lo demás es permitido, dice que los requiebros que nos ofrece la vida son parte fundamental del jugo de la existencia.
Naturalmente también tenemos confidencias amables, algún que otro cotilleo que aparece como jocoso. Hasta puede haber alguna aventura atrevida, audaz y de moral ligera que me revela y yo estoy dispuesto a transcribir… Todo es muy normal en esta vida donde el individuo es libre de hacer con su cuerpo y pensamiento lo que le plazca. Claro, siempre que esté establecido, no se pervierta en el trato y no dañe a los demás. Estas libertades tendrían que separarse del contenido conceptual de su trabajo, aunque en ocasiones son parte implícita… Él dice que hay cosas que se han de reservar, pero si se han de hacer se hacen: ¡para eso hemos venido…! Es verdad, ocultar o no decir todo lo hacemos todos, esa es la llave de la convivencia. En su trabajo como escultor ha sido su gran tema y siempre me dice que el contenido de la obra siempre vibra detrás de las apariencias. También está el ocultar  para no confundir a los demás, para no hacer daño innecesario y convivir dando importancia a aquello que realmente ha tenido relieve, aquello que es objetivo y se ha dedicado la vida.
Como escultor no se atreve a explicar algunas cosas abiertamente, tiene reservas importantes, prejuicios que libera en el interior de sus cajas, dignidades y contenciones morales que oculta para que se preserven y no ofendan. Dice:
 ¾Para qué hablar si en lo realmente importante nadie te va a escuchar: sólo se para el oído en los chismes y banalidades. Estamos en una época que se “toca de oído” y se presta atención a aquello que se quiere escuchar. En el fondo parece que nos cautiva el escándalo y el bandidaje.¾
Con Rufino comparto muchas cosas, entre ellas el gran viaje de la vida. Yo soy su oyente atento, su cronista de asuntos oscuros, Soy confidente y eso me parece raro, “en mi confía su columna moral” y la verdad es que no soy de fiar... Hoy me ha revelado lo que pasó en el “hotel de Novosibirsk”. Creo que él lo explicó muy por encima, no quiso entrar en detalles, pero a mi me dio todos los pormenores, la relación completa de lo sucedido, relato que convierten el hotel de Novosibirsk en un hito de la literatura jocosa…


Nací entre Zeanuri y Ubidea.


Manuel Gallego Bermejo 
Ya no soy ni el aliento de este mundo y de mi existencia casi no quedan recuerdos. Las manos, el vientre y la boca se desgranaron en la tierra, partícula a partícula se deshicieron en átomos. Algunos tomaron cuerpo en desvelos minerales y quedaron impresos y dispersos por los hayedos del Gorbea...
Por la noche vivo insomne y en las horas derramadas pienso en la levedad de mi existencia, medito sobre lo poco que disfruté la luz y agradezco que Rufino me ofrezca su apoyo; ¡se lo devolveré! No pude gozar el regalo de los sentidos, el calor de la amistad, las ofrendas del amor y las ilusiones del mundo. Soy parte de los restos del olvido y sólo me queda la estela engañosa de la voz prestada.
Ya de muy niño, un bebé lactante, sufrí mordeduras graves en los huesos, los sentí crujir como cañas secas y a partir de ese momento no recuerdo nada más. Estoy hecho de dolor y desencanto, por este motivo voy a tomar la palabra para expresar lo que otros callan. Trataré a los demás con respeto pero no tendré consideración alguna con sus opiniones: en un desmemoriado como yo todas las opiniones son hijas del sueño.

Mi nombre
Me llamo Manuel Bermejo Gallego y pienso que soy el ser más solitario y vulnerable de la tierra. No soy malsano de pensamiento por eso opino que hostigarme será un acto de cobardía: yo nunca me defenderé, como tampoco lo hice en su día contra aquella fatal infección de meningitis. Algunos conocéis a mi hermano Gregorio, él ha escrito temas referentes a Rufino Mesa, un “compañero“ que siento como hermano: él es mi mentor y respeto su entrega al trabajo y hasta su obcecación por las causas perdidas.
Nací en una noche gélida del año de las hambres permanentes. El cierzo o la tramontana aullaba por los montes del Gorbea, se colaba por el puerto de Barazar, entraba por las costuras de la ropa zurcida y me dejó la piel amoratada para siempre: corría el año 1953. Fue en una casa diminuta y perdida en el monte, un lugar apacible y verde bajo las peñas de Atxuri. Allí fue mi nacimiento,  entre los hayedos de Otzarreta, justo al lado  de la antigua calzada real entre Zeanuri y Ubidea.
Lo hice allí por casualidad, mis padres iban de paso y mientras yo nacía, encontraron trabajo como limpiadores de remolacha en los campos de Pilué. (Ejea de los Caballeros.) Mi madre se puso de parto cuando pasó por Zeanuri y yo salí al mundo con un aullido que estremeció la tierra, todo pasó todo muy rápido. En Ubidea disfruté del sol y de aquellos campos, sentí en la piel la leve profundidad del verde y allí dejé en muy poco tiempo todo lo que nos regala la vida…
Pasaron los años y mejoraron algo las cosas: la bonanza empezó con el espejo fractal del encuentro: ¡un tiempo nuevo!
En otro sueño que no viene a cuento relatar como se dio, aparecí entre los lodos de la cantera, las arcillas y gredas resbalosas de Ejea. Entre las manos de niños nos encontramos y fuimos camaradas en el juego del “tapaculo”; Rufino era un experto y hábil jugador. La faena consistía en hacer un cuenco de barro tierno con ciertas habilidades y preguntar a los contrincantes:
-¿Tapaculo, quién me tapa el culo?-  
El que aceptaba el reto tenia que contestar:
 -Yo lo tapo-  
Entonces Rufino lanzaba el cuenco boca abajo contra una superficie lisa, el aire concentrado el hueco del cuenco se comprimía, producía una explosión y reventaba la parte superficial de la blanda vasija. En esa zona el grueso que había dejado era muy fino, lo hacía con la intención de que el agujero fuese lo más grande posible. Ese era el truco para ganar la mayor cantidad de barro posible...
El contrincante tenía que tapar con su barro el hueco producido y si era poco hábil en la construcción o mal lanzador perdía el material y  la partida.

En ese hacer me encontré con Rufino y constaté como las personas se enlazan en los juegos infantiles. Éramos niños pobres de espíritu vigoroso, caminábamos con abarcas, casi descalzos, vestíamos harapos compuestos de paños de varios colores y zurcidos con hilo grueso. A decir verdad íbamos medio desnudos y ateridos de frío, pero eso nos hizo fuertes y forjó el pensamiento para sobrevivir en circunstancias extremas.