domingo, 19 de octubre de 2014

La escuela de Ejea de los Caballeros


La escuela
De niño fui al Colegio Cervantes, las ya desaparecidas escuelas públicas de Ejea de los Caballeros. Allí nos hicimos amigos: él un niño tímido y despistado como yo, quizá como lo éramos todos. Desde los años de infancia compartimos juntos muchas confidencias, felices historias personales y aflicciones dolorosas. Tanto él como yo somos acuario y conllevamos intereses parecidos, la diferencia entre ambos es que yo viajo en los estribos del aire y él es una roca que se balancea. Yo soy creyente y él es un descreído, yo soy un desvergonzado reducto de la imaginación y él es un timorato que le intimida el qué dirán.
A mi actitud irreverente él se opone y adopta una postura intransigente, lo hace para transcender su vida: dice que es lo que le pertenece. Pero en realidad transige todo, él es un superviviente que esta dispuesto a vivir la experiencias más extremas y se entrega a la aventura con deseos de saber y desvelar los misterios…
No obstante nuestras naturales diferencias somos amigos, con Rufino lo seremos siempre. Pienso que si sabemos conservar la lealtad y no zaherimos los sentimientos haremos el trayecto hasta el final. A él no hay nada que le inquiete más que la maldad humana y las intrigas de la traición. Le revientan las sienes aquellos que tienen mil caras y las cambian con la misma facilidad que se cambian la chaqueta. Los eufemismos burdos le parecen la mayor indignidad y los sitúa en la base de la traición. No soporta el juego de llamar blanco a lo que a todas luces es negro; eso lo desmonta y como ya conozco su perfil me alejo de ofenderle en estas cuestiones... Todo lo demás es permitido, dice que los requiebros que nos ofrece la vida son parte fundamental del jugo de la existencia.
Naturalmente también tenemos confidencias amables, algún que otro cotilleo que aparece como jocoso. Hasta puede haber alguna aventura atrevida, audaz y de moral ligera que me revela y yo estoy dispuesto a transcribir… Todo es muy normal en esta vida donde el individuo es libre de hacer con su cuerpo y pensamiento lo que le plazca. Claro, siempre que esté establecido, no se pervierta en el trato y no dañe a los demás. Estas libertades tendrían que separarse del contenido conceptual de su trabajo, aunque en ocasiones son parte implícita… Él dice que hay cosas que se han de reservar, pero si se han de hacer se hacen: ¡para eso hemos venido…! Es verdad, ocultar o no decir todo lo hacemos todos, esa es la llave de la convivencia. En su trabajo como escultor ha sido su gran tema y siempre me dice que el contenido de la obra siempre vibra detrás de las apariencias. También está el ocultar  para no confundir a los demás, para no hacer daño innecesario y convivir dando importancia a aquello que realmente ha tenido relieve, aquello que es objetivo y se ha dedicado la vida.
Como escultor no se atreve a explicar algunas cosas abiertamente, tiene reservas importantes, prejuicios que libera en el interior de sus cajas, dignidades y contenciones morales que oculta para que se preserven y no ofendan. Dice:
 ¾Para qué hablar si en lo realmente importante nadie te va a escuchar: sólo se para el oído en los chismes y banalidades. Estamos en una época que se “toca de oído” y se presta atención a aquello que se quiere escuchar. En el fondo parece que nos cautiva el escándalo y el bandidaje.¾
Con Rufino comparto muchas cosas, entre ellas el gran viaje de la vida. Yo soy su oyente atento, su cronista de asuntos oscuros, Soy confidente y eso me parece raro, “en mi confía su columna moral” y la verdad es que no soy de fiar... Hoy me ha revelado lo que pasó en el “hotel de Novosibirsk”. Creo que él lo explicó muy por encima, no quiso entrar en detalles, pero a mi me dio todos los pormenores, la relación completa de lo sucedido, relato que convierten el hotel de Novosibirsk en un hito de la literatura jocosa…


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